Voy con el
No
estaba muy segura, pero no veía a Diana por ningún lado, y aparte de Santiago y
de ella, esa noche no conocía a nadie más, no tenía dinero para el taxi porque
se supone que me iba a ir con Diana y mi celular se había descargado por
completo, entonces decidí decirle que sí.
Esa
noche estaba perfecto, fue hasta cuando llegamos a su auto, ya lejos de todos,
que por fin lo pude detallar, no era el más lindo del mundo, ni siquiera el más
lindo en la fiesta, pero tenía algo en su mirada, en su sonrisa que me hacían
confiar, que en ese momento hicieron que quisiera saber todo acerca de él.
Soy
una tonta, recuerdo que le pregunte algo cómo “¿sabes manejar?”, él se soltó a
reír y me dijo que sí, pero que si me quería ir a pie hasta mi casa él no me lo
iba impedir, yo le dije que solo era por mi seguridad y le hice un gesto de que
él era un exagerado.
Hablamos
todo el camino, finalmente cuando llegamos a la casa me dijo que si le podía
regalar un vaso de agua, que tenía demasiada sed. Eran casi las 3:30 de la
mañana y de alguna manera tenía que pagarle el favor de traerme hasta acá, le
dije que sí, que pasara, mis papás como siempre no estaban, lo hice seguir a la
cocina, le serví el vaso con agua y le dije que me esperara un momento mientras
iba a mi cuarto a conectar el celular.
Cuando
baje nuevamente a la cocina, Santiago no estaba, revise la casa, llegue a la
sala y lo vi acostado, en el mismo sofá en donde en este momento estoy sentada
escribiendo, no sabía si dejar que la persona la cual apenas había conocido hace
dos horas durmiera en mi casa.
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